Pon cerca de 50 gramos de mantequilla en una olla o sartén, a fuego medio, y cuando se derrita agrega media taza de harina, o lo que sea suficiente para formar una pasta.
Hay que revolver constantemente, para que no se queme la mezcla. Se debe cocinar, pero no quemar.
Luego de dos minutos aproximadamente, añade leche lentamente. Agrega, 1 taza primero y luego
el resto, hasta completar 4 o 5 tazas.
Es posible que al agregar la primera taza se formen grumos, lo que es normal. Revuelve hasta que la mezcla se haga líquida nuevamente.
Condimenta la salsa con sal, 1 cucharadita aproximadamente; pimienta negra a gusto; y 2 cucharadas de ají de color o paprika, que aportará con color a la salsa.
No olvides revolver constantemente para que no se queme la salsa.
A continuación agrega el queso. Házlo de a poco. Añade el queso mantecoso, aproximadamente 150 gramos, y luego el cheddar. Reserva un poco de queso para después, para gratinar en el horno.
Una vez que la salsa hierva, pásala a la olla de la pasta y mezcla bien.
La pasta absorberá buena parte de la salsa, impregnándose de sabor a queso.