El primer paso es aplanar las pechugas, lo que debe hacerse con las pechugas cubiertas con una bolsa para que no salpique jugo de pollo, que está lleno de bacterias. Se debe usar una bolsa resistente para que no se rompa.

Con un martillo de cocina aplana las pechugas tratando de que queden con el mismo grosor por todos lados. Así, se cocinarán de forma pareja. Si no suele pasar que queda una parte demasiado cocida y seca, y otra menos cocida. O una parte bien hecha y otra cruda.

Opcionalmente puedes cortar las pechugas transversalmente para obtener 2 filetes más delgados, que se hagan más rápidamente.

Seca las pechugas con toalla de papel, ya que la costra se formará más fácilmente si la carne está seca, así el calor del sartén no se desperdicia en evaporar la humedad superficial de la carne.

El sartén se debe precalentar a fuego alto hasta lograr el efecto Leidenfrost, que se produce cuando al lanzar agua al sartén se transforma en gotas que se desplazan a toda velocidad.

Agrega aceite de maravilla u otro aceite resistente al calor, y luego pon las pechugas cuidadosamente, para que no salpique aceite hirviendo. Se cocina a fuego alto o medio alto.

La carne se pega al sartén inicialmente, pero luego se forma la costra y se desprende sola.

A los 3 minutos y medio da vuelta la carne. La superficie de la carne se debería haber dorado, lo que señala la formación de la costra.

Luego de dar vuelta el pollo condiméntalo con ajo en polvo, merquén, perejil deshidratado, pimienta negra y sal a gusto

Luego de otros 3 minutos y medio da vuelta la carne nuevamente.

El tiempo total de cocción depende del grosor del pollo, que debe alcanzar 155°F de temperatura, es decir, 68°C.

Condimenta el pollo por el otro lado también.

La carne debería estar lista a los 10 minutos aproximadamente. El tiempo exacto depende del grosor del pollo, pero debería fluctuar entre 7 y 10 minutos.